En la humanidad siempre han existido manifestaciones de protestas, de
hecho, podrían considerarse como partes intrínsecas del ser humano desde el
principio de la creación del mundo hasta nuestros días. Estas manifestaciones estuvieron
planteadas desde el mismo instante en que el primer hombre (Adán) y la primera
mujer (Eva), fueron envueltos por una estela de intrigas y conspiraciones encabezadas
por Lucifer, el cual tomo forma de serpiente y gracias a su astucia y encantos logró
conquistar a Eva y esta a su vez, convenció a Adán para que juntos realizaron
la primera muestra de desobediencia civil, manifestándose en contra del poder establecido,
violando la voluntad de Dios y desafiando sus advertencias de no comer del
árbol del conocimiento.
En el presente, las manifestaciones se presentan con nombres alegóricos y/o
representativos de las regiones que las han realizado, “La Primavera Arabe o
Revolución Democrática Arabe”, nombre con el que fueron bautizadas las grandes
manifestaciones que se sucedieron desde el año 2010 hasta el 2013, se inician
con La Revolución Tunecina o Revolución de los Jazmines, la cual de acuerdo a
los medios de comunicación, inició un viernes 17 de diciembre de 2010, cuando
el joven universitario y vendedor ambulante Mohamed Bouazizi se quemó vivo en
la ciudad de Sidi Bouzid, como protesta por la acción de la policía que le
había confiscado su puesto callejero de venta de frutas, condenándolo al paro y
a la miseria más absoluta.
Esta inmolación fue la forma más inhumana posible que pudo encontrar
Bouazizi para quitarse la vida. Este método cruel y sangriento habría que
analizarlo a profundidad para poder determinar con exactitud las posibles
causas que pudieron llevarlo al suicidio y el simbolismo que esta acción tuvo
en el desenlace de las manifestaciones en los días siguientes. Probablemente, pudo
haber estado motivado por la impotencia ante un sistema excluyente y desigual,
donde la voz de los que menos pueden cada día es menos escuchada y los diálogos
no pasan de ser simples formalismos que al final siempre benefician a las
clases más pudientes.
A estas protestas le siguieron la Revolución Egipcia, conocida también como
Revolución de los Jóvenes, que terminaron con el gobierno del último faraón
Hosni Mubarak, además de las revoluciones Argelia, Líbano, Jordania,
Mauritania, Sudan, Omán, Arabia Saudita, Siria, Yemen, Baréin, entre otros.
Latinoamérica había logrado escapar a todas estas olas de manifestaciones,
el huracán de las primaveras árabes, no habían podido influir en los millones
de ciudadanos marginados de la región, que habitan en uno de los continentes
más desiguales del mundo y en donde la primavera latinoamericana distaba mucho
de dar muestras de un pronto nacimiento.
El 2013 sorpresivamente rompió con el aletargado sueño en que vivía la
región surgiendo con fuerzas en Brasil. Era difícil imaginar que la primavera latinoamericana
pudiera iniciar en un país como Brasil. El detonante, “el aumento de los
precios del transporte público”, además del volumen del gasto público en la
realización de la Copa FIFA Confederaciones 2013, la Copa Mundial de Fútbol de
2014 y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.
Los medios de prensa internacionales como en oportunidades anteriores, se hacían
eco de estas manifestaciones supuestamente espontáneas, las cuales meses atrás
se habían llevado gobiernos de por medio, esta vez y para sorpresa de muchos estaban
sucediendo en Brasil, gobierno socialista moderado, enarbolado por la derecha Latinoamericana
y los Estados Unidos como un referente en la región en contra de los gobiernos
de izquierda como Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador, países que aunque
también eran de izquierda, mantenían una agenda y un modelo distinto para sacar
de las crisis a sus países y cuyos presidentes son constantemente acusados de
populistas.
Las protestas en Brasil se extendieron rápidamente por sus principales
ciudades, obligando no solo a gobernadores a dar marcha atrás, al impopular
aumento del pasaje, sino también, que además habían logrado modificar la agenda
de la presidenta Dilma Roussef, la cual tuvo que suspender su viaje a Japón,
reunir su gabinete de emergencia y dar un discurso a todo el pueblo brasileño.
Era paradójico que estas manifestaciones estuvieran sucediendo en un país como
Brasil, con más de 190 millones de habitantes, miembro fundador de los BRICS
(Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), miembro no permanente de Naciones
Unidas, poseedor de la sexta economía más grande del mundo por encima del Reino
Unido y que espera desplazar a Francia para el 2015.
Aparentemente el deterioro de los partidos políticos, su desprestigio y
falta de confianza por parte de la población, que ha visto como las promesas de
campaña se esfuman y se las lleva el viento después de cada proceso electoral, y
que además dichos procesos se convierten en la mayoría de los casos, en un
engaño social que les da un sello de legalidad a la corrupción rampante que ahoga
nuestras sociedades y galopa sin obstáculos cada vez mas fortalecida, debido al
debilitamiento de la justicia y la desaparición de la independencia de poderes,
junto al enriquecimiento ilícito por parte de los funcionarios encargados de
administrar la cosa pública.
Históricamente las elecciones en los pueblos de Latinoamérica, solo han
servido para ser una fábrica de promesas incumplidas, una maquina de vender
sueños que nunca se harán realidad, debido a que luego de haber logrado
conquistar el poder se quedan en el olvido. Cada día es más frecuente ver como
los fraudes y desvíos de fondos que dañan la economía afectando a los más necesitados,
son solventados a base del sacrificio de la mayoría a quienes se les castiga
con altas cargas impositivas (impuestos, reformas fiscales), que afectan
significativamente la calidad de vida de los ciudadanos. Mientras los políticos
y empresarios corruptos, causantes de este desastre social, gozan de las mieles
del poder, riquezas e impunidad, mientras los más pobres siguen viviendo de
sueños y esperanzas utópicas.
A diferencia de otras manifestaciones las de Brasil han tenido un efecto
inmediato logrando dejar sin efecto las alzas en los pasajes, la
criminalización de la corrupción y el planteamiento de celebrar un gran
referendo o plebiscito para reformar el sistema político del país. Cabe
resaltar que la iniciativa del plebiscito ha naufragado debido al rechazo de
los Congresistas del país.
Las manifestaciones de Brasil no serán ni las primeras ni las últimas, el
alcance y las conquistas solo el tiempo podrá definirlas, lo que sí está claro
en el presente inmediato y como siempre ha pasado a través de la historia, la
unión hace la fuerza y cuando los pueblos entran en sintonía y se entremezclan
en un solo grito de guerra se pueden lograr las grandes conquistas, aquellas
que con el dialogo y los cabildeos difícilmente permitirían que se pudieran obtener,
debido a que los actores son parte de un sistema creado maquiavélicamente para
mantener el control sobre la mayoría, por parte de una minoría rica y poderosa
que gobierna al continente. He ahí el porqué de las manifestaciones de
protestas masivas, exigiendo en las calles lo que debería ser negociado en las
mesas de diálogo.
Las manifestaciones de protestas continuarán mientras persistan las
desigualdades tan marcadas en nuestras sociedades. El próximo país que se
levante es imposible mencionarlo, las razones son infinitas y solo el tiempo
podría encargarse de señalarlo.
Publicado en el periódico Digital Primicias - http://bit.ly/198J9ON
21 de Agosto del 2013
21 de Agosto del 2013
Autor: Ing. Llury Morales
Ingeniero en Sistemas.
Actualmente Estudiante de Derecho y Ciencias Políticas UASD. Presidente del
Movimiento Socialista Unidos por el Cambio..!!
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Email: llurymorales@gmail.com / Blog: https://www.blogger.com/home
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